vicky



  El día menos pensado


Se pasó una etapa importante de su vida escuchando los regaños cotidianos de su mama,  al punto de llegar a detestar aquella frase que sonaba como amenaza y  zozobra y  que a su cabecita de niña parecía no preocupar en absoluto.

A saber  por que circunstancias del destino sus instintos le decían a Joaquina que aquella expresión de: el- día- menos- pensado le provocaba incertidumbre, tristeza  y  miedo, razón por la cual la chavala de entonces frenaba de vez en cuando sus travesuras mas infantiles y detenía en el tiempo las ansias de libertad que inspiraba el paisaje verdoso  y colorido de los malinches en invierno, y la extensión infinita de aquel lago endulzado con sus aguas cristalinas, y las calles  empedradas de su pueblo vistas desde el muelle hecho de tablones viejos a punto de derrumbarse.

Enamorada Joaquina del recorrido rutinario que a propósito realizaba desde el muelle hasta el final del camino que conducía a la iglesita del pueblo, y de allí a su Escuela que estaba al lado, y de allí de regreso al muelle, y de allí al final de la tarde.
Cuando el sol se ocultaba, volvía acongojada a su casa de aceras altas; tenia la  manía de quedarse horas viendo el techo de tejas maltratadas por el tiempo cargando con desgano coludos, colas de gallo y helechos, plantas furtivas traídas y llevadas por el viento. Repasaba con sus manos delgadas  las paredes de madera maciza que dejaban ver entre sí discretas aberturas para que su mama asomara por las noches a ver pasar los espantos, a la Chila Vallejo (la marimacha) en su caballo negro,  y la chanca  bruja ( que en realidad era la tía abuela de la Joaquina , la Flora Medina ).

Le  daba tristeza  regresar por las noches  al  único aposento de la casa  donde dormía apiñada con sus  hermanos menores,  y  ver el petate con almohada de madera en la sala,  siempre ocupado por alguien de afuera que se apeaba en la casa de su mama, y la cocina corredor, burda imitación de caserón granadino donde pasaban el día domingo comiendo  manguñado ( Guineo en forma de puré sofrito en manteca de chancho), pero adoraba  el inmenso patio con arbolitos de café, y el enorme palo de mangos que daba sombra a la casa, a  donde Joaquina pasaba directo al regresar de la escuela para jugar  el papa y la mama.

Luego, volvía la rutina, los regaños, ¿donde andabas? – ¡para pata de perro si tenès gracia!- el- día- menos- pensado…….. (Te matan, te roba la vieja del costal, te luchan, te arrastran.... ¡te jodo!) ¡ Ay señor” ¡ el sermón nuestro de cada día, que ganas le daban a la Joaquina de ver llegar ese vendito día, solo por la simple curiosidad de ver que traía consigo el –día- menos- pensado, o que contenía en verdad aquella rara expresión.
Así fue creciendo la chavala, y en la medida que crecía se iba dando cuenta que- el – día- menos- pensado  seria lo que ella quisiera que fuera, es decir, su vida en proceso evolutivo;  así, cuando cumplió los doce, su mama volvió otra ves con el-día- menos- pensado.
El- día- menos- pensado en este país de sucesos impredecibles suena a crueldad, a mal augurio, es decir, a terremotos, a desastres naturales, a un asalto; el- día menos- pensado descubren todas las porquerías de políticos en corbata que se cubren bajo faldas de “democracia”
 Un rarísimo giro de realidades con razonamientos absurdos como los pensamientos de la Joaquina , cuando rezongaba entre dientes a los regaños de la mama: ¡ay  mama… si supieras… que el- día- menos- pensado me  hago grande y  me voy; profética amenaza infantil, terriblemente cierta.
 La expresión fue evolucionando con Joaquina que decidió en el transcurso de sus días reconvertir las palabras; entonces, sucedió que un día cualquiera se propuso dejar la casa, volverse andariega, tomar las riendas de su vida. El –día-menos pensado Joaquina, con trece años no cumplidos todavía, escucho hablar de guerra, y el día –menos- pensado llegó una  revolución, y Joaquina se fue con ella, jamás  regreso, ya no quiso, porque descubrió el misterio milenario de las plantas  del viento que  el- día- menos – pensado se establecen donde quieren y cuando les da la gana alzan vuelo con rumbo desconocido. Allá, donde señala  el sendero de los guises,  y descansan  en los bancos de arena que brotan de repente en pleno lago rumbo al río, justo allí, en las islitas diminutas donde la Joaquina retozaba en los veranos y conversaba  frente a frente con el sol.
 La Joaquina se hizo mujer y llego el- día- menos – pensado,  y  el- día- mas- esperado de su vida crecieron flores en su vientre, y en su corazón retoñaron los  malinches que orientaban el camino al río, y  vivieron muchos- días- pensados, días duros, pero pensados; días malos, pero pensados y así pasaron muchos años pensando días malos y buenos, y otro, y otro. Entonces, ocurrió entre  uno de esos tantos días pensados, la Joaquina volvió  a sentir en su cuerpo el miedo ya olvidado en la vieja  expresión maternal.

El día -menos- pensado, mientras disfrutaba serena y tranquila en su patio verdoso con mangos amarilleando, escuchó que su alma se paseaba solitaria en la noche con expresión de amargura. La Joaquina , sintió que por primera vez en su vida, dolía pedir perdón, y que por razones inexplicables del destino su mama tenía razón, el- día – menos – pensado su alma  la dejaría, y  así fue.

Llegó ese- día- que jamás quiso ver llegar; llegó acompañado de una rara confusión de días – pensados y esperados; llegaron esos días esperados con sueños y esperanzas, llegaron solos.


vicky







 






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