Vicky

¡Bailá Managua!



Managua tiene fiebre, necesita medicina y un poquito de amor que le cure la penita que tiene, Ah! ah! ah! (bebe)

No se ustedes pero Managua y yo tenemos una extraña relación amor-odio. Vivo asilada aquí desde los 9 años.
Soy de un lugar mágico, maravilloso y misterioso de este terruño patrio, lugar donde tengo la certeza determinada de dejar esparcidas mis cenizas. Sin embargo, esta capital, sucia, ruidosa, desordenada, contaminada, me ha embrujado; y como si fuéramos de esos matrimonios que no se soportan, pero indispensables en la cama, así necesito yo siempre de esta nube de zonas francas, smog, ruido, rutas apretujadas, fritangas callejeras y putas en rebaja.

Quizás no sea la mejor foto, quizás la suciedad de los vidrios delanteros del carro contribuyó a empeorarla. Pero ese horroroso contraste del sol deslumbrando en el horizonte, abriéndose paso entre nubes oscuras, cargadas de contaminación, despidiendo batallones de obreros saliendo de las madrigueras de zonas francas, los semáforos compitiendo con miles de cables clandestinos, me fascinó.

Tan extraño y sorprendente es esa atracción fatal, que en momentos como este de la foto, hoy viernes en hora pico, que tuve que detener el trafico en carretera norte para robarle esta sonrisa maravillosa a mi Managua. Casi me hace llorar de ternura y amor. Quizás sea el contraste, la ruptura, el ensayo y el error, pero me hechiza y ya no se vivir sin ella. ¡Cabrona Managua!.

¿Les digo algo? Solo tomé la foto como prueba de campo, pero les aseguro que lo que hoy vi y sentí al mirar el sol poniente de Managua, ustedes ni lo imaginan...




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