Turista



Lustraba zapatos
en los mercados de Managua,
al terminar las jornadas
tupía los ojos
al escuchar murmullos del viento.
Había poemas de su niñez
en el difuso aleteo de pájaros,
algunas nubes sueltas
arrastraban hojas  
buscando niños muertos.
El niño lustraba
trocitos de culpa desperdigados
sobre el cuero de los zapatos.
Recolectó mariposas amarrillas
a la hora del almuerzo.
Al Terminar el día
cerró los ojos para escuchar
la canción del viento,
el final se acercó con un silbido
violento por parte del sol,
la pequeña fortuna ganada
vibró de miedo en su bolsa.
Era el sustento de su madre para
la comida del día.
El niño cerró los ojos
al escuchar un segundo silbido,
cantaba la inopia
de una madre quebrantada,
una familia rural
imperceptible ante un padre muerto.
Cuando finalizó el canto,
el sol se hizo pequeño
y lo aplastó.

María Fernanda López González

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