Editorial Revista Karebarro Voces Migratorias, Ideogramas Urbanos
Llorar, aullar, perdernos en el tránsito y conjugarnos como música o dioses aglutinados reclamando el derecho de ciudad, derecho que el pavimento nos ha arrebatado y despojado del olor exquisito a tierra mojada. La lluvia arando nuestros pómulos porque deseamos humedecer la tierra con nuestros puños, amor y sangre. Esos puños subversivos son nuestro obsequio a la sociedad que está cansada del oro, el incienso y la mirra; obsequios que son el extracto más puro de la benevolencia que intentamos digerir cada día.
En cada esquina citadina
conviven calles, bullicio y caos, palpitan corazones rebosantes de metáforas,
anáforas elípticas, aliteraciones, hipérbaton de frases y palabras adaptadas al
cambio climático, a la suciedad y el hedor de los callejones; ahí sobreviven
mutando los habitantes de mega ciudades contaminadas. Estas son, ni más ni menos, la esencia de todas las voces que gritan dentro de un
circuito atestado de cables, ruidos, sabores y el olor del PH mutante de
estas miles de palabras que gritan de placer con dolor, agradeciendo en ellas
el privilegio de habitar estas urbes para contar cualquier historia entre el
mercado plagado de dogmas sin leyes y ciudadanos sin principios, más que el
básico instinto a soportarse y soportar la existencia de todos en este planeta
caótico a punto de estallar.
En este número las letras,
una a una, son adoquines que construyen
carreteras de palabras conectando voces
migratorias en un continente de coreografías paralelas; de punta a punta, las historias que
nacen desde las ciudades más disímiles encuentran
en la palabra ese génesis común, que recorre el cuerpo al descubrirnos más
humanos. ¡Que todas las historias migrantes se regocijen en esta revista!, donde la única visa y
pasaporte exigido, es la ingravidez libertina para que permanezca la semántica
a modo de vehículo auto expresivo engendrando literatura, arte, ciencia; lo que
Unamuno llamaba “el sentimiento de
inmortalidad” para entregar una labor creadora con el deseo inconsciente de
prolongar su nombre, su persona, sus ideas y una vez que el artista
desaparezca, quede ahí, de alguna manera su vida.
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