Mujer contra Mujer .El lado oscuro de la Violencia de Género

MUJER CONTRA MUJER

EL LADO OSCURO DE LA IGUALDAD DE GÉNERO

Erróneamente solemos llegar pensar que la Misoginia, es decir, el odio y rechazo hacia las mujeres y cualquier sujeto relacionado con el género femenino, es una condición inherente a los hombres. ¡Falacia total! En este país y en el mundo entero existen cienes, sino, miles de mujeres que, amparadas en una falsa militancia feminista, demuestran más desprecio hacia las mujeres que el “más macho de los machos”.

 En Nicaragua, la misoginia femenina ha venido cobrando auge a partir del inusitado cambio de estrategia de los movimientos feministas de esta década y de la manipulación política respecto a las reivindicaciones de género desde estos mismos movimientos, sobre todo, entre los más "empoderados” más a nivel político que social, pues el efecto de las luchas reivindicativas del feminismo militante en Nicaragua no acaba de llegar a las galeras de las zonas francas ni a las mujeres del campo, ni a los mercados y barrios marginales, donde las mujeres son, en proporción, las  principales víctimas del machismo social y cultural.

En menor escala, pero no menos impactante, las mujeres que "odian” a su propio género surgen, principalmente, en los ámbitos laborales. Una misógina es aquélla que no tolera la presencia de otra mujer, sobre todo cuando se trata de cargos de dirección. Contraría y anula los comentarios de las “jefas” constantemente. La acosa, desmotiva, le “mete el pie”, incluso, llega hasta ofenderla verbalmente. La misógina hará lo imposible porque a su compañera se le aísle, aunque para ello tenga que hacer alianzas estratégicas con cualquier “hombre de poder”. Nunca están a gusto con su trabajo y utilizan cualquier argumento que “las leyes laborales” les permitan para no cumplir sus funciones.

En nuestro medio laboral, la competencia entre las mujeres puede darse en mayor o menor grado de forma natural; sin embargo, existe gran diferencia entre la competencia y la misoginia. La competencia se da en condiciones de igualdad. Generalmente cuando competimos por superar- hablamos de producto y producción- a una compañera laboralmente, la gran mayoría de las mujeres lo hacemos por medio de actos que no buscan dañar la integridad o la dignidad de otra mujer. Todo sucede en el marco de una sana competencia y un deseo de superación individual inmanente a los seres humanos. Esta competencia, sin embargo, en la gran mayoría de las mujeres, se produce en un ambiente de solidaridad y compañerismo, más hacia las de nuestro mismo género que hacia los hombres, prevaleciendo, ante todo, un objetivo muy bien definido.

 Contrario a todo esto, a la misógina poco le importa si ofende, lesiona, o humilla a su compañera. Prevalece en su mente por lo general el “juego sucio” en el que descalifica el trabajo de la otra, únicamente por su condición de mujer, porque la misógina solo reconoce a su “jefe macho” y a sí misma.

Las misóginas suelen ser víctimas constantes de cuadros depresivos, cambios de humor y trastornos de personalidad. Generalmente, las causas de este comportamiento tienen una raíz profunda en los factores culturales y económicos. Desde el punto de vista clínico, muestran rasgos de personalidad neurótica, obsesivas, narcisistas, y hasta antisocial, es decir, sus relaciones personales tienden a ser inestables; son impulsivas y hostiles ante todo lo que les resulte molesto en su ambiente laboral. Algunos especialistas sostienen que el tipo de relación familiar que estas personas tuvieron durante su infancia, así como el vínculo que tuvieron y mantienen con su madre, son las principales causas de cómo y porque llegaron a odiar a su propio género.

Me permití anticipar este artículo en ocasión de conmemorarse mañana 8 de Marzo el día de la mujer. Este escrito, muy personal,  pretende convertirse en una reflexión sobre la misoginia femenina, la peor de las pandemias, incluso por encima del machismo que a diario nos acecha y mata.

Luego de una interminable conversación con dos amigas entrañables, una feminista moderada y la otra psicóloga, pude resumir en este escrito, lo que para ambas especialistas representan los más grandes retos a que nos enfrentamos en las luchas por la igualdad de género, término tan utilizado en los últimos años y tan poco practicado por quienes lo enarbolan.

Respecto a las lucha por la igualdad de género en la UNA, considero hace falta un largo camino por recorrer; se mantiene únicamente la costumbre de celebrarnos con un almuerzo, pero estamos vacíos de datos y cifras sobre los avances que en temas de equidad de género ha venido dando nuestra institución.

Es necesario estimular y reconocer aún más el trabajo de científicas, docentes e investigadoras que empujan tanto o más el engranaje de esta fábrica de conocimiento llamada UNA, y  que jamás son mencionadas como abanderadas de las mujeres profesionales; Hay muchos nombres de mujeres  profesionales de inmenso valor a las ciencias agrarias que caminan por los pasillos o dentro de sus laboratorios invisibilizadas.   Es necesario conocer datos, pues eso nos visibiliza, reivindica, estimula  y reconoce nuestro trabajo y aporte a la ciencia. Necesitamos conocer cuántas estudiantes mujeres han tenido acceso a estudios profesionales tradicionalmente asignados a los hombres, cuantas se graduas, cuantas descontinuan sus estudios, y las causas. Se requiere de un informe de los tres gremios sobre programas y proyectos dirigidos específicamente al tema de empoderamiento de las mujeres de la UNA( estudiantes, docentes y administrativas) y enfoque de género.

Es necesario conocer con datos y nombres cuántas investigadoras, científicas, ingenieras agrónomas, recursistas, médicas veterinarias, zootecnistas, Ingenieras en Recurso Naturales, agronegociantas y desarrollistas están haciendo avanzar y crecer esta UNA.

 Con mis más sincero reconocimientos a todas las mujeres de la UNA, sin excepción alguna.

Vicky

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#reconocerteesrespetarte, #respetemonosmujeres, #juntassomosinvencibles