Yegua
Madruga para ser sustento de viejas tablas, láminas cancerosas, recorre adoquinados caminos calzada de hierro, espera la carga. El mediodía con su enardecido a cuestas, trinca bocados para un estómago papuloso, le falta el aire, una sensación incendiaria le pide parar. Su herida supurante recuerda el coyundazo en el lomo es embestida por encachimbados enjambres de moscas que luchan contra los motores El riguroso dictador acaba con sus fuerzas músculos colapsados, indefensa, galopa hasta cerrar los ojos Mario Gabriel Solórzano Gómez