DIMINUTO
MOTEL Por el techo un haz de luz dibuja sombras sudorosas sobre una cama sin rostro. Gemidos pasados cuelgan de las paredes como fotografías corroídas. Ecos se estrellan debajo del marco de la puerta, un abanico gira y se asfixia, el aire que se escapa huele a sexo inundando de lluvia ácida a una ciudad que se prostituye de seis a seis. La noche conspira con el tiempo pone camisa de fuerza a las horas que minuto a minuto se aceleran al ritmo marcados por dos cuerpos que repasan una y otra vez el Kamasutra. Eliecer Meneces